domingo, 27 de abril de 2014

El fuego de la memoria: "Ocnos"




“Atardecer”

  En los largos atardeceres del verano, subíamos a la azotea. Sobre los ladrillos cubiertos de verdín, entre las barandas y paredones escalados, allá en un rincón, estaba el jazminero, con sus ramas oscuras cubiertas de menudas corolas blancas, junto a la enredadera que a esa hora abría sus campanillas azules.   El sol poniente encendía apenas con toques de oro y carmín los bordes de unos frágiles nubes blancas que descansaban sobre el horizontede los tejados. Caprichoso, con formas irregulares, se perfilaba el panorama de arcos, galerías y terrazas: blanco laberinto manchado aquí o allá de colores puros, y donde a veces una cuerda de ropa tendida flotaba henchida por el aire con una insinuación marina.
  Poco a poco la copa del cielo se iba llenando de un azul oscuro. por el que nadaban, tal copos de nieve, las estrellas. De codos en la barandilla. era grato sentir la caricia de la brisa. Y el perfume de la dama de noche, que comenzaba a despertar su denso aroma nocturno, llegaba turbador, como el deseo que emana de un cuerpo joven, próximo en la tiniebla estival.

Luis Cernuda.  OCNOS

Imagen: Marta Gil

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