El prodigio del manuscrito encontrado
Iniciamos un nuevo proyecto cuyo objetivo es la lectura de El Quijote
mediante el desarrollo de una trama similar a la que Cervantes, en su
genialidad, nos propuso. De esta forma, partiremos del hallazgo de uno
de los relatos que se salva en el episodio de la quema de los libros de
Alonso Quijano, en el Capítulo VI del Quijote, titulado Del donoso y grande escrutinio que el cura y el barbero hicieron en la librería de nuestro ingenioso hidalgo.
Nos referimos a Tirante el Blanco (o Tirant Lo Blanch
en su título original en lengua valenciana) que es una de las novelas de
caballería rescatadas del fuego. Fue publicada en 1490 en Valencia y su autoría se atribuye a Joanot Martorell.
De
esta manera, en un nuevo juego de perspectiva múltiple, nos vamos a
internar en la obra de Cervantes para, ayudados por sus personajes, dar
forma a una nueva crónica que, a la manera de digresión procedente del siglo
XXI , se integre como un relato más dentro de la trama de nuestro
particular y humilde Quijote. Todo ello sin perder de vista la
verosimilitud que guió el empeño de nuestro admirado escritor y
queriendo que nuestro relato, dentro de nuestras posibilidades, "como hijo del entendimiento, fuera el más hermoso, el más gallardo y el más discreto que pudiera imaginarse"
Antes de comenzar, pongámonos en antecedentes con estos apuntes tomados del blog de LCL lclCarmen3 IES Miguel Catalán, Zaragoza
El sabio cronista y el manuscrito encontrado
Los libros de caballerías fingen ser
traducciones de antiguos libros escritos en lengua extranjera (griego,
latín, árabe, inglés, etc.) por algún sabio cronista y hallados en
circunstancias excepcionales. El original reviste la forma inicial de
una crónica y el cronista en cuestión emplea los recursos propios de la
historiografía. El verdadero autor de la obra se presenta entonces como
simple traductor de un libro ajeno, lo que le permite un juego de
distanciamientos y perspectivas en relación con la narración y
salvaguardarse de las críticas y censuras que pudiera recibir. El
título, las piezas preliminares y el colofón ofrecen ya esta información
e imagen de la obra.
Cervantes recurre a este tópico en El Quijote
para crear un artificio narrativo que él complica hasta el infinito.
Cervantes ensaya el procedimiento del manuscrito encontrado, inventa un
historiador moro al que atribuye la autoría de la obra, un traductor que
la vierte al castellano y se sitúa él mismo —mejor dicho, su figura
también ficcionalizada— como “segundo autor”, que mediante un narrador
omnisciente en grado sumo, entrega dicha historia a los lectores. En tan
fecundo proceso el punto de vista se ha desplegado en múltiples
perspectivas.
La técnica del manuscrito encontrado,
además de ser parodia del mismo recurso empleado en los libros de
caballerías y de dar mayor ilusión de verdad a los hechos de don
Quijote, es manejada como procedimiento del que se derivan hallazgos
importantes:
a) El historiador moro Cide Hamete Benengeli es el primer “autor” del Quijote.
b) El morisco aljamiado es su primer traductor (del árabe al castellano).
c) Cervantes,
ficcionalizado también en la obra, resulta ser así el segundo autor, el
cual, por medio del narrador, entrega a los lectores una historia acerca
de la cual puede comentar y opinar cuanto le parezca oportuno.
d) Los primeros lectores quedan también ficcionalizados en la segunda parte, pues algunos personajes de ella ya han leído la primera parte.
e) La omnisciencia y la libertad del
narrador son inmensas, porque conoce de antemano toda la historia por la
lectura de su traducción.
A continuación un "Bit de Literatura" sobre la novela de caballerías cuyo hallazgo supone el inicio de nuestro proyecto:
Fotografía: Marta Gil
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